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Después de quince meses de no verte
más que en mis sueños –pálida ilusión!-,
de pensar en mi suerte y en mi suerte,
de no poder juntar nuestra emoción
…
de no sentir, en la inquieta calma
de tu abrazo, tu pelo palpitar,
de verte con los ojos de mi alma
y de encontrarme solo al despertar,
…
tu retrato me alegra y me consuela
y despierta en mí un eco muy sutil
del placer de mirarte, y a ti vuela
el recuerdo de un claro mes de abril!
…
Tu rostro, tu cabello, tu mirada,
todo tu cuerpo –oh resurrección!-
resurgen nuevamente, y asombrada
resucita también mi admiració!
…
Mas creo adivinar cierta tristeza
y veo en tu semblante, en tu expresión,
algo que rima mal con tu belleza…
¿o es la tristeza de mi corazón?
…
Tus ojos grandes, bellos, ¿han perdido
la fiereza, el brillo y el ardor?
¿Os es tal vez que en los míos no he sentido,
hace tiempo, la llama de tu amor?
…
Su clara luz mi corazón no llena
y su ardor no me hace suspirar…
¿O es que te veo aún, virgen morena,
y aquel placer aumenta este penar?
…
Se me ha nublado el cielo de tu frente,
se me ha apagado el sol de tu mirar…
En mis tinieblas te amo inmensamente
y por tu amor es dulce mi llorar.
...
Tus labios me sonríen con dulzura,
su recuerdo me llena de emoción…
Y tu boca contemplo con ternura,
¡si no puedo besarla con pasión!
…
Tus brazos, que mi cuerpo han abrazado,
ahora quietos no vienen hacia mí…
Sin tu abrazo, ¡qué solo me he quedado!
¡Te querría abrazar con frenesí!
…
¡Ámame siempre como yo te amo!
¡Tan lejos, sigues siendo mi ilusión!
Oh, siempre, siempre, con ardor exclamo:
¡Junto al tuyo estará mi corazón!
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